domingo, 8 de septiembre de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

Quizás, sin darnos cuenta, y apenas advertirlo estamos sordos y ciegos. Sordos a la Palabra de Dios, y ciegos a sus enseñanzas y testimonios que nos enseña el Camino, la Verdad y la Vida.

No es cuestión de hablar mucho, más bien y mejor, se trata de escuchar más. Hacer silencio dentro de ti, porque ese es el lugar donde está Dios, en lo más profundo de tu corazón. Abre tus oídos, haz silencio y escucha la Palabra que Dios te dice. Encontrarás Camino, Verdad y Vida.

Posiblemente, oímos y vemos lo que no es de importancia ni valor para la Vida Eterna que nos espera. Tenemos los oídos y ojos abiertos a la vida de este mundo y nos dejamos fácilmente seducir por él. Sin embargo, mantenemos cerrados nuestros oídos y ojos a la Palabra de Dios y, ni oímos ni vemos sus enseñanzas y manifestaciones de amor y misericordia. Pidamos al Señor que realmente abra nuestros oídos y ojos para oír y ver su Palabra y la Luz que nos alumbra el único y verdadero Camino, Verdad y Vida.

Posiblemente sucede hoy que muchos se quedan sordos porque cierran sus oídos y ojos a la verdad, a la Palabra de Dios y, al no tener Espíritu de Dios, no oyen ni ven. Abrir tus oídos y tus ojos exigen abrir tu corazón a la escucha de la Palabra de Dios. Es entonces cuando realmente tus oídos y tus ojos quedan abiertos y en disponibilidad de que el Espíritu Santo, que has recibido en la hora de tu bautismo, haga que oigas y veas.

Hay muchos que piensan que sus vidas acabarán cuando se les acabe ésta de aquí abajo. Su grave equivocación es que, no sólo no es que no se acaba, sino que empieza otra, la verdadera vida eterna. Y según hayas vivido ésta, vivirás la otra.

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