Sabemos que eso
ocurre: Si tú no das ejemplo, los que están contigo o te ven, no siguen tus
palabras. Y eso sucedía en los tiempos de Jesús con los líderes religiosos de
su época. Pero, también sucede en nuestros tiempos, y ha sucedido en todos los
tiempos.
A eso aspiro y eso
es lo que busco. Porque, en este mundo, y con las cosas de este mundo, no está
mi salvación. Sólo contigo, mi Señor, y caminando a tu lado, encontraré eso que
tanto deseo y busco: paz y gozo eterno. Y, la experiencia me va señalando que
sólo Tú bastas, Señor.
No es cuestión de
rasgarse las vestiduras, sino de tratar de reconocer tus pecados y debilidades
y, asistidos libremente por la acción del Espíritu Santo, esforzarnos en vivir
la verdad desde la Palabra de Dios. En Él podemos encontrar la fortaleza, paz y
sabiduría que necesitamos para dar buen testimonio, a pesar de nuestros
pecados. Porque, precisamente, nos salva el Amor de Dios y su Misericordia.
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