Nuestro gran error
será pensar de que con sólo nuestras fuerzas podemos encauzar nuestra vida y
vencer nuestras pasiones y egoísmos. Sin la asistencia de la Gracia nada podemos.
Por y para eso recibimos – en la hora de nuestro bautismo – al Espíritu Santo.
Señor, dame la
fortaleza, sabiduría y paz para saber siempre apoyarme en Ti en, tu Palabra, en
tu Misericordia. Saber siempre que Tú, como lo supo María, tu Madre y Madre
nuestra, eres el Pilar donde mi vida se apoya y se sostiene.
Y solo con la
ayuda del Paráclito podemos vencernos y ser capaces de despojarnos de todas
nuestras ambiciones, vanidades y egoísmos. De modo que conocer y saber la gran
importancia que tiene nuestro bautismo es esencial en la vida del creyente. En
él podemos encontrar la ayuda diaria y a cada instante para vencernos y vencer
todas las tentaciones que mundo, demonio y carne nos tenderán.
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