Quienes buscan
bajarse de su cruz, se equivocan de Camino, Verdad y Vida. Porque, precisamente
el Camino, la Verdad y la Vida consiste en cargar con la cruz de tu propia vida
y seguir adelante confiando en el que la ha cargado antes que tú y por ti.
Señor, gracias
por, al menos, darme cuenta de mis debilidades, de mis caídas, de mis pecados.
Reconozco que no merezco tu Amor ni Misericordia, y me doy cuenta de que todo
te lo debo y me lo das gratuitamente. No puedo sino decir: Gracias, Señor y
Dios mío.
Jesús no ha venido a quitarnos nuestra cruz, sino a enseñarnos con su Vida a aceptarla y cargar con ella. La cruz de nuestros dolores, pesares, sufrimientos, incomprensiones, impaciencias, enfermedades, errores, pasiones y pecados. Jesús no ha venido a solucionar nuestros problemas y sufrimientos, sino a darle sentido. Un sentido de esperanza y de creer en su Palabra. Para eso ha entregado su Vida por nosotros y ha Resucitado para que mantengamos nuestra fe y esperanza de que también, en Él, resucitaremos nosotros también.
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