Cualquier lugar
puedes convertirlo en templo de Dios, porque, el verdadero templo está en tu
corazón. Y desde la hora de tu bautismo has quedado configurado como templo del
Espíritu Santo, de modo que donde quieras que estés, allí está el Señor
contigo.
Necesito, Espíritu
Santo, que tus acciones sean mi voluntad, que tus impulsos se correspondan con
los míos y sepa ver y entender, en todo momento, toda acción que viene de Ti.
Para ello, Espíritu de Dios, abre mis ojos, mi corazón y mi entendimiento.
Y con Él podrás relacionarte en una continua oración. El templo será el lugar donde, aparte de encontrarte con el Señor Sacramentado, también podrás reunirte con los hermanos en Xto. Jesús, y juntos adorarlos y rezar. Es el espacio donde acudimos a tener un rato de silencio, de pausa en nuestra vida y de, en una escucha atenta a su Palabra, poner en orden nuestro camino.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.