No sería un Padre
perfecto ni justo si, viendo a un hijo en peligro, no le salva. El Amor y
Misericordia de nuestro Padre Dios es Infinito, y siempre estará pendiente de cada
uno de sus hijos, hasta el extremo de que dio su Vida por salvarlos.
Señor, sé y
entiendo que a Ti te gusta ir despacio, y además, no quieres imponer nada sino
contar con la libertad de cada uno. Eso sí, también sé que lo que yo no pueda,
según tus proyectos pensado para mí, Tú lo haces. Así y todo, Señor, me cuesta
mucho caminar en tu Voluntad y te pido fortaleza y sabiduría para no
desfallecer.
Y ese compromiso
de Amor y Misericordia no se queda en palabras, sino que se hace realidad en
Jesús, el Hijo predilecto, enviado a dar testimonio de la Palabra del Padre y a
entregar su Vida voluntariamente y por mandato de su Padre para la salvación,
no de muchos, sino de todos. Serán ellos – los que se nieguen – los que
decidirán su propia condena y su perdición.
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