La Anunciación
marca la fecha de la esperanza. La vida se renueva y recobra su sentido. No hay
qué, ni por qué, resignarse. Dios anuncia su llegada al mundo en el seno de una
Virgen, y viene para anunciar a los hombres el Infinito Amor Misericordioso de
su Padre Dios.
Sé, Señor, y estoy
convencido, que sin tu presencia y tu Gracia mi vida no dará los frutos de amor
y misericordia que Tu esperas de mí. Por eso, Señor, te entrego mi vida para
que en tus manos yo dé los frutos que Tú has pensado.
No hay nada
imposible para Dios, y eso significa que todo se vuelve esperanza y gozo.
Porque, Dios es un Padre Bueno, Bondadoso e Infinitamente Misericordioso que
viene a liberarnos de las ataduras y esclavitudes del pecado. Nos habla de
bienaventuranzas y de amor, y de una vida gozosa y eterna. Y a eso estamos
llamados. Por tanto, no hay por qué resignase sino todo lo contrario, llenarse
de esperanza y alegría.
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