domingo, 8 de diciembre de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

Para cada hijo, su madre es lo más grande. Decimos y cantamos que no hay nada como una madre. ¡Cómo, por tanto, no va a ser la Madre de nuestro Señor, el Hijo del Dios Vivo, alguien tan grande, tan especial y llena de Gracia. Madre de Dios y Madre nuestra!

A pesar de que lo sé, lo digo y trato de ser consciente, no llega a comprender ni a darme cuenta de que todo lo que soy y tengo es obra tuya, Señor. Simplemente, trato de darte las gracias y ponerme en tus manos.

Tener a María como Madre es un privilegio impagable. María, la Madre que supo soportar el dolor confiada en el triunfo del Amor de su Hijo, y darle sentido de esperanza, aceptándolo con gozo interior y con paciencia de saber estar en el camino recto y en la Voluntad del Padre. María que se mantuvo firme hasta ver el triunfo y la Resurrección de su Hijo.

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