De ti, como
también de mí, dependerá de que alguien necesitado pueda saciar su hambre y
sed. De la misma forma que con la aportación de cada ciudadano, otros más
necesitados pueden cubrir sus necesidades, el mundo iría mejor con tu
colaboración.
Señor, que mi vida
sea una fuente de frutos que vengan del vivir en el Amor del que me da el
Espíritu Santo. Ese mismo Espíritu que bajó a Ti, mi Señor, en el rio Jordán, y
también, por tu Gracia, entró en mí en la hora de mi bautismo.
Es evidente que el
mundo tiene recursos y materias primas para satisfacer todas las necesidades de
sus moradores. Sucede que algunos, igual que ocurre en el campo de las ideas,
tienen ambiciones egoístas e imponen sus ideas y egos para satisfacer sus intereses
y caprichos personales por encima del bien general.
Ese es mi deseo, mi gran deseo, Espíritu Santo: Sentirte dentro de mí y tomar conciencia de que me tomas, me invades, me fortaleces, me llenas de tu Gracia y orientas mi vida hacia la Casa del Padre, mi Dios deseado y querido entra dentro de mí.
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