Sabemos por
nuestra propia experiencia que la vida nos pasa factura. Factura de dolor, de
sufrimiento, de incomprensiones, de fatigas, de esfuerzos, de enemistades, de …
etc. Pero, también hay alegrías, momentos de gozo y optimismo y hasta de
seguridad.
¡Tan ciego estoy
que no me doy cuenta de que todo sigue igual haga lo que haga, y consiga lo que
consiga! Nada de este mundo puede llenar mi corazón de paz, gozo y alegría
permanente. Sólo Tú, mi Señor, eres la llama que alimenta eternamente mi vida.
De cualquier
manera, la experiencia, nuestra propia experiencia, nos va descubriendo que el
camino está lleno de dificultades y obstáculos que a veces lo hacen
intransitable. Sin embargo, sea como sea, nuestra intención es siempre seguir
adelante. Queremos superar todos esos obstáculos y alcanzar el gozo y
felicidad. Pero, a medida que avanzamos nos vamos dando cuenta de que sólo
junto y en el Señor podemos conseguirlo. ¿Lo has descubierto?
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