No se trata de
hacer cosas, se trata de simplemente estar abiertos a dar todo lo que hemos
recibido y podamos compartir con los más necesitados. De eso simplemente se
trata. Y en ese dar experimentaremos que todavía recibimos más. ¡Compruébalo!
Espíritu Santo,
abre mi corazón a la Verdad, a la Sabiduría que viene de lo alto, al Amor que
se da gratuitamente, a la caridad que se entrega en servicio y gratuidad y a la
humildad que se manifiesta en la disponibilidad de darse sin nada a cambio.
Nuestra conversión
pasa primero por dejarnos seducir por la Palabra de Jesús. Sentirnos
verdaderamente atraídos por su Palabra, que no sólo nos enseña y explica, sino
que se hace vida, realidad y actúa sobre en cada uno dándole sentido, sanación
y gozo. Una Palabra coherente que habla y enseña con autoridad, pues sus
consecuencias se ven en la vida de las personas que la escuchan y se abren a
ella.
Nuestra dignidad es grande porque somos hijos de Dios y semejantes a Él. Por tanto, el ser humano es criatura, no sólo semejante a Dios sino sus hijos en la Persona del Hijo mayor que nos ha mostrado el rostro del Padre. Su Amor y Misericordia es Infinita.
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