Esa es la
pregunta: Maestro, ¿dónde vives? Porque, el Señor está pasando a cada instante
por mi vida. Desde que despierto hasta que me acuesto. Quizás suceda que no nos
damos cuenta, necesitamos pararnos y escudriñar dentro de nosotros mismos.
Nadie, Señor, eso
lo sé por tu Gracia, puede acompañarme a lo más profundo de mi ser, ni a los
abismos de mi soledad e intimidad. Sólo Tú, Señor, puedes y me acompañas en lo
más profundo de mi interioridad y me salvas por tu Infinita Misericordia.
Gracias Señor.
Posiblemente
vivimos una vida muy despreocupada espiritualmente y muy ocupada materialmente.
Nuestro interés está puesto en las cosas de este mundo hasta el punto de
dejarnos seducir por ellas y olvidarnos de que, aparte del cuerpo tenemos
también un alma. Un alma que atender y valorar, porque, el cuerpo es corrupto,
desaparece, mientras que el alma permanece, es eterna.
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