domingo, 12 de enero de 2025

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

De alguna manera también nosotros – los bautizados – sentimos y experimentamos gozo cuando hacemos algo por el otro necesitado de ayuda, de ser sanado o asistido. Esa experiencia nos alegra, da sentido a nuestra vida y nos llena de gozo y alegría.

Sé, Señor, y reconozco que me cuesta cargar con mi cruz. Mi inclinación es huir de ella y tomar el camino más cómodo. Y sé también, Señor, que Tú lo sabes, y así y todo me perdonas, porque me amas a pesar de mis pecados. Gracias, Padre Bueno, ayúdame a tomar mi cruz y, aceptándola, cargar con ella según tu Voluntad.

Y ese gozo y alegría no nos puede venir sino del Espíritu Santo, que ha bajado a nosotros en la hora de nuestro bautismo. Él nos fortalece, nos asiste y nos llena de esperanza y gozo en la medida que le dejamos actuar en nosotros. Y nos señala el camino a la felicidad eterna en la Casa del Padre. Jesús, nuestro Hermano mayor, nos indica con su Vida y Obras el Camino, la Verdad y la Vida.

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