No se trata de
cumplimiento ni de apariencias. Se trata de compromiso. Un compromiso que nace
de ese poder de atracción que la Palabra de Jesús tiene sobre nosotros. Una Palabra
que da vida, que nos llena de esperanza, que nos transforma y cambia nuestra
manera de ver las cosas.
Desde la hora de
mi bautismo, Espíritu Santo, has entrado en mi corazón. No dejes que mi vida te
ignore ni se cierre a tus impulsos y soplos. Haz que mi corazón te escuche, se
abra a Ti y se deje transformar por tu Amor.
Digamos que esa es
la prueba del algodón. Cuando se descubre la presencia de Jesús, nuestra vida
sufre una transformación. Y eso no significa que todos hagamos lo mismo, ni
tampoco tengamos que hacer grandes y significativas cosas. Se trata de que
descubrir la presencia de Jesús es experimentar sentirnos infinita y
misericordiosamente amados. Yeso nos llena de gozo y esperanza.
Descubrir que la felicidad – el secreto de vivir – se esconde, no en el poder, dinero, fama, importancia, inteligencia, belleza …etc. sino en la propia aceptación de uno mismo, con humildad, verdad, generosidad y paz, es realmente dar en el clavo.
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