Nos equivocamos cuando
pensamos que nuestra seguridad está en acumular riquezas y bienes materiales en
este mundo. Sabemos que todo lo que tengamos se queda aquí, solo nos llevamos
nuestros actos de amor. Aprendamos a vivir con generosidad, sabiendo que el
verdadero tesoro es amar y compartir.
Sí, lo sé, Señor, cada día
es una oportunidad más para probarme en tu Amor y Fidelidad. Dame la fortaleza
y la voluntad de sostenerme firme y de vencer toda dificultad que me empuje a
separarme de ti y de serte infiel. Solo contigo, mi Señor, encontraré sentido a
mi vida. ¡No me sueltes de tu mano, Señor!
Jesús nos lo confirma al explicárnoslo claramente con esta parábola del rico insensato. De nada sirve hacer proyectos si en ellos depositamos toda nuestra esperanza. Todo pertenece a este mundo y en él estamos de paso. Solo nuestros actos de amor, apoyados en la Gracia y Misericordia de nuestro Padre Dios, van con nosotros al otro mundo, donde esos tesoros son bienvenidos.
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