No solo se trata de nuestro ejemplo, sino de qué
ejemplo damos. Porque, de tratarse de un mal testimonio, contagiamos a otros y
le impedimos acercarse al Señor. Nuestra responsabilidad traspasa nuestros límites
respecto a los demás.
Cada día es un reto, mi Señor, que, sin Ti a mi
lado, no sé tomar. Me desespero y me desanimo. Entro en depresión, y mis miedos
me superan. Solo Tú, Señor, das serenidad y sosiego a mi vida, la llenas de
esperanza y orientas mi camino. Gracias, Señor.
Conviene ser prudente, humilde, medir bien nuestros actos para no influir negativamente en los demás, especialmente en los que nos miran de cerca. Que nuestra vida, por la Gracia de Dios, sea luz en medio de las tinieblas.
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