No hay duda: todos tus esfuerzos se quedarán aquí abajo. Si lo hiciste pensando solo en ti y en tu propio provecho, tu vida habrá pasado en vano. Pero si los diste pensando en el bien de los demás, y por amor, entonces habrás ganado tu vida.
Señor, mi vida está llena de miedos. Dame la
fortaleza de confiar en Ti, y de, por tu Gracia, transformarlos en esperanza y
actos de humildad y amor. Donde haya dolor, Señor, que yo sepa aprovecharlo
para crecer en madurez y amor.
Tu camino será el correcto cuando comprendas que lo único que puedes llevar contigo a la otra vida son tus servicios, tus afectos y tus buenas obras hechas por amor. Nadie te recordará por tus logros o éxitos, sino por haber intentado hacer la vida de los demás más digna y mejor.
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