La verdad
siempre sale a flote. Ninguna fuerza puede impedir que suba a la superficie y
se haga visible. Ella es la luz que el mundo necesita para orientarse y encontrar su
verdadero sentido.
Me hubiese
parado si intuyo, Señor, que Tú no me acompañas. No puedo vencer mis
debilidades si, Tú, Señor, no estás presente en mi vida. Camino porque Tú
caminas conmigo. Si no estás Tú, mi camino se para.
Y aunque
muchos intenten sofocarla, cegados por la ambición y el egoísmo, la verdad
nunca se apaga. Su aparente fragilidad es, en realidad, la fortaleza que
resiste a la mentira. Es el Espíritu de Dios quien la sostiene y la mantiene
viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.