La
fe no se impone, se busca y se acoge. Es un regalo que solo llega a quienes
perseveran en llamar, buscar y pedir.
Señor,
aumenta nuestra fe para poder seguirte y vivir en tu amor y misericordia; para
abrir nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo, y para, como tu Madre, seguirte
con un corazón sencillo y humilde. Amén.
¿No confías tú también en tantas personas sin pruebas absolutas? Así espera Dios que confíes en Él: con la confianza sencilla de un hijo que se sabe amado.
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