La experiencia nos descubre que, cuando nuestra vida
toca fondo, creamos o no, son muchos los que recurrimos al auxilio de nuestro
Padre Dios. Experimentamos que nadie nos puede ayudar. Solo la confianza en Él
nos da fuerza para avanzar.
Espíritu Santo, aduéñate de mi vida, entra en lo más
profundo de mi corazón y límpiame de todos mis miedos, mis dudas, mis
debilidades, mis angustias, fortaleciéndome para que mi camino sea firme,
siguiendo al Señor, hacia la Casa del Padre.
Sabemos, por experiencia, que el resultado de nuestras peticiones no siempre es el que deseamos. Pero también sabemos que, a la larga, es lo que más nos conviene. El Señor siempre nos recibe, nos acompaña y aligera el peso de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.