Hoy
celebramos a todos los santos. No solo a los de los altares, sino también a
aquellos que, como Santiago y Manuel, se desviven por transmitir las enseñanzas
de Jesús, el Señor.
Necesito,
Espíritu Santo, tu auxilio, tu asistencia y tu dirección. Sin ellas no me
sostendré en perseverar ni en mantenerme firme en vivir en tu Voluntad. Haz que
siempre mi corazón esté abierto a tu Palabra y a tu acción. Amén.
La santidad es obra de Dios y colaboración humana. Bienaventurados quienes han llevado sentido y esperanza allá donde han estado. Ellos despiertan en nosotros la nostalgia de una vida mejor y más humana: esa tierra de origen y destino que todos anhelamos.