Reconocemos que
estamos tentados por la vanidad y la vanagloria. Reconocemos que nos gusta ser
admirados, que reconozcan nuestro trabajo, que nos lo digan y hasta que nos
premien. Incluso, experimentamos la tentación de aparentar más que lo que
podemos ser.
Señor, quiero
estar a tu lado, caminar contigo y sentirme siempre apoyado y respaldado en tu
Amor Misericordioso. Porque, apartarme de Ti es entregarme a la derrota, someterme
al Maligno y caer en tentación. Por eso, Señor, cuento contigo y confío en que
Tú siempre estarás a mi lado. Gracia a esa confianza que me das encuentro
fuerzas para seguir adelante.
Buscamos
ostentación y lucimiento, y nos escondemos bajo las apariencias y engaños. Es
evidente que sabemos que eso no está bien. Hay bastante hipocresía en esas
nuestra manera de actuar. Pero, no ignoramos que eso no se escapa a los ojos de
Dios. Él lo ve todo, de modo que importa mucho ser sincero, actuar en verdad,
humidad y mostrarnos tal como somos, con nuestras debilidades, errores y
pecados. Nuestro Padre del Cielo nos recompensará cuando nuestra intención es
sincera, verdadera y humilde.
Nuestro Padre Dios no es un Dios abstracto, escondido, inaccesible. Todo lo contrario, un Dios cercano, presente y misericordioso. Un Dios que, aunque nadie lo ha visto, se ha hecho visible y encarnado en el Rostro de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y que, tras su Resurrección y Ascensión a los Cielos, camina con nosotros en el Espíritu Santo que nos anima con los salmos a relacionarnos permanentemente con el Padre.
Con los salmos, de
los que nos habla hoy el santo Padre Francisco, rezamos, alabamos, suplicamos,
pedimos, compartimos nuestros sufrimientos e intimamos con el Señor, nuestro
Padre Dios. Estos salmos, nos dice el Papa, fueron las oraciones con las
que Jesús, María, también los apóstoles y los cristianos creyentes de aquella
época se relacionaban e intimaban con Dios. Ocupan, continúa diciéndonos el
santo Padre, un lugar privilegiado en la liturgia y deben ocupara también un
lugar importante en nuestra vida de oración.