Bien, ¿en dónde
nos colocamos nosotros, personas de buena voluntad que buscan el bien, la
bondad, la verdad y el encuentro con nuestro Padre Dios, o personas que se
buscan a sí mismo y se proclaman sus propios reyes?
¡Señor, he
recibido tu Espíritu en la hora de mi bautismo, pero, quizás yo no le he
abierto mi corazón o no sé cómo hacerlo. Enséñame, Dios mío, a abrirle mi
corazón y a dejarme guiar por sus señales, indicaciones y consejos. ¡Que sea
Él, Señor, siempre mi guía!
Esa será, quieras
o no quieras, tu lucha. Tendrás que elegir entre el camino del bien, la verdad
y la vida, o irás por el camino del mal, la perdición y la muerte. Sólo hay
esos dos caminos – Deuteronomio 30, 15-16 – donde elegir. Seguir a la estrella
que conduce a Belén, o seguir tus propias inclinaciones de pecado.
¡FELICES REYES!